En Molise, al limite con los Abruzos, hay un pequeño pueblito arraigado sobre la roca y dominado por un antiguo castillo que parece salido de una novela de fantasía. Su nombre es Cerro al Volturno y su imagen ha aparecido por muchos años en un sello de la República italiana.
El paisaje circunstante, muy cercano al Parque Nacional de los Abruzos, del Lacio y del Molise, es fascinante, caracterizado por una naturaleza lozana y por los signos de una historia milenaria y rica. Esta localidad merece realmente ser visitada, con paso lento y sosegado, para gozar de la mejor manera de todas sus bellezas.
Una fundación remota
Cerro al Volturno fue fundado en el III siglo a.C. por los samnitas, feroces opositores de los romanos en bien tres guerras desde el 343 hasta el 290 a.C. De ese momento en adelante la zona fue siempre habitada. En el IX siglo algunos campesinos colonizaron el cerro rocoso sobre el cual se alza el pueblo. El territorio en aquel tiempo estaba bajo el control de la rica y poderosa abadía benedictina de San Vincenzo al Volturno, que dominaba el alto valle del río homónimo.
La palabra ‘Cerro’ deviene del nombre de un tipo de roble que abunda en los bosques alrededor de la colina, cuyo nombre científico es precisamente Quercus cerris. Los robles, en estos lugares, hacen los dueños y su imponente presencia no hace que añadir encanto a la vista del poblado.
Los Pandone y la costrucción del castillo
Al período normando, alrededor del año 1000, remonta el primerísimo castillo, construido para custodiar recursos alimentarios y puesto en la cumbre de un relieve rocoso que domina y controla el valle del Volturno.
En el siglo XV el castillo devino propiedad de la familia Pandone. Fue un exponente suyo, Federico Pandone, quien decidió construir el castillo que aún hoy lleva el nombre de su familia. Luego, pasando a otros dueños, la construcción fue en parte reajustada y recibió varias añadiduras, pero la organización fundamental es aquella del 1400.
Una de las cuatro poderosas torres angulares fue destruida y no fue más reconstruida. Las demás tres quedan robustas e imponentes sobresaliendo el espolón y el pequeño burgo habitado, que parece el fruto de la fantasía de algún escritor o pintor visionario.
El castillo, que ocupa la parte superior del relieve rocoso, es asequible solo por medio de una callejuela cubierta de peldaños de piedra: no se puede llegar de otra forma que andando, lentamente, ganándose paso a paso la espectacular vista que, desde lo alto del castillo, permite abarcar el entero valle, los pueblitos circunstantes y, desde lejos, la abadía de la cual antaño Cerro al Volturno dependía, ella también admirable.
¿Aún no basta?
En el pueblito resguardado sobre el cerro y dominado por al castillo hay también dos antiguas iglesias. Una, puesta en la parte más baja del poblado, está dedicada a los Santos Pedro y Pablo y fue construida en el 1318, posteriormente modificada.
La otra, conocida como iglesia de Santa María Asunta o del Castillo, es aún más antigua: su fundación es aproximadamente coeva a la del castillo, a cuyos pies se encuentra; luego fue restaurada cerca de cuatrocientos años más tarde, en el siglo XV, exactamente como el castillo.
Y luego, fuera del burgo, pero dentro del territorio municipal, hay restos de la presencia samnita, como la muralla de fortificación en la cumbre del Monte Santa Croce. Además es posible realiza espléndidos paseos entre los bosques contiguos, pero también visitar el cercano Lago del Valle Volturno.
En conclusión, Cerro al Volturno es seguramente capaz de ofrecer a los visitantes una variedad de atracciones que van desde la naturaleza a la historia más lejana, a la más recién, al simple gozo de la paz que reina en ese antiguo pueblo encantado y encantador.
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