top of page
Recibe GRTATIS ONLINE el diario italiano bilingüe

Tu solicitud ha sido enviada!

Los manicomios en Italia: entre necesidad histórica, fracaso institucional y controversia contemporánea

La historia de los manicomios en Italia representa uno de los capítulos más controvertidos y simbólicamente densos de la relación entre el Estado, la ciencia y el individuo. Durante más de un siglo, el hospital psiquiátrico encarnó una respuesta institucional al malestar mental que oscilaba entre la tutela sanitaria, el control social y la eliminación del “diferente”. Hoy, a décadas de su abolición, el debate sigue abierto y profundamente divisivo: ¿el cierre de los manicomios fue una conquista civil irreversible o una elección ideológica que produjo nuevas formas de abandono?



El manicomio como dispositivo de orden social

Nacidos entre los siglos XIX y XX, los manicomios italianos no fueron solo lugares de tratamiento, sino instrumentos de regulación social. La ley de 1904 sobre los “alienados mentales” legitimaba el internamiento no solo por motivos clínicos, sino también morales y políticos. No era raro que terminaran allí sujetos marginales: pobres, mujeres rebeldes, homosexuales, disidentes, individuos considerados “escandalosos” o simplemente incomprensibles.

Desde esta perspectiva, el manicomio funcionaba como una institución total, según la célebre definición de Erving Goffman: un espacio cerrado y autorreferencial, en el que la identidad del internado se disolvía progresivamente. Las prácticas terapéuticas —desde la contención hasta el electroshock— eran a menudo más punitivas que curativas. Para los críticos, el manicomio nunca fue realmente un hospital, sino una prisión medicalizada.


Las razones de quienes estaban y siguen estando en contra de los manicomios

La reforma psiquiátrica que culminó en la Ley 180 de 1978, inspirada en el pensamiento de Franco Basaglia, nació de esta denuncia radical. Para los defensores del cierre, los manicomios eran estructuralmente incompatibles con el respeto de la dignidad humana. No se trataba de reformarlos, sino de desmantelarlos, porque se basaban en una lógica de exclusión y de suspensión de los derechos civiles.

Desde esta perspectiva, la enfermedad mental no justifica la reclusión perpetua ni la anulación de la persona. La atención debe desarrollarse en el contexto social, a través de servicios territoriales, inclusión y corresponsabilidad de la comunidad. El cierre de los manicomios se interpreta, por tanto, como una conquista histórica comparable a la abolición de otras instituciones opresivas: el paso de una psiquiatría custodial a una psiquiatría de los derechos.


Las voces críticas: seguridad, abandono y utopía incompleta

Sin embargo, existe un frente crítico, hoy cada vez más explícito, que cuestiona los resultados concretos de la reforma. Según esta postura, el cierre de los manicomios no estuvo acompañado de una inversión adecuada en servicios alternativos. El resultado habría sido la fragmentación de la asistencia, la insuficiencia de las estructuras territoriales y, en algunos casos, el abandono de los pacientes más graves.

Para estos críticos, el manicomio, pese a todas sus sombras, garantizaba al menos una forma de continuidad asistencial y de contención. Su desaparición habría trasladado el problema a otros ámbitos: familias sin preparación, las calles, las cárceles. Se sostiene que una parte de la psiquiatría contemporánea subestimó el tema de la peligrosidad social y la gestión de los trastornos mentales severos, dejando un vacío que el Estado aún tiene dificultades para llenar.


Una fractura todavía abierta

El enfrentamiento entre estas dos visiones sigue siendo profundamente ideológico. Por un lado, quienes ven en los manicomios el símbolo de una violencia institucional inaceptable; por otro, quienes denuncian una reforma incompleta, más teórica que realmente operativa. La polémica no se limita al pasado, sino que interpela al presente: ¿es realmente capaz el sistema italiano de salud mental de responder a las necesidades más complejas?

Las REMS, los servicios psiquiátricos hospitalarios y los dispositivos territoriales representan un intento de mediación, pero no disuelven el conflicto de fondo: ¿cómo conciliar la libertad individual, el derecho a la atención y la seguridad colectiva?


ex manicomio

Más allá de la nostalgia y más allá de la utopía

Tal vez el verdadero nudo no sea decidir si los manicomios fueron justos o injustos, sino reconocer que fueron el producto de una época y de una cultura del control. Al mismo tiempo, idealizar su abolición sin interrogarse sobre las carencias actuales corre el riesgo de transformar una reforma necesaria en un dogma intocable.

La cuestión de los manicomios en Italia sigue siendo, así, un terreno de confrontación no resuelto: un espacio simbólico donde chocan humanitarismo y realismo, derechos y responsabilidades, memoria y miedo. Y es precisamente en esta tensión, aún viva, donde el debate debe continuar.

.


Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación

Escríbenos

Whatsapp

logo instagram_edited.png

Instagram

Facebook

Linkedin

bottom of page