Florencia es conocida por doquier por sus extraordinarias bellezas. Quizás precisamente por la gran abundancia de obras de arte, hay el riesgo de olvidar algunas que en cambio tienen un valor excepcional. Es lo que lastimosamente pasa con una escultura absolutamente única en su género, que pocos conocen, pero que merecería ser archiconocida: el asombroso Colosso dell’Appennino.
¿Quien quiso un parque fabuloso?
En Pratolino, a las puertas de Florencia, Francesco I de’ Medici, gran duque de Toscana desde el 1574 hasta el 1587, quiso crear un magnífico parque con una atmósfera encantadora, para conquistar a su futura esposa, Bianca Cappello.
Así, en el parque de la que luego, a partir del 1872 fue llamada Villa Demidoff, por el nombre de los industriales rusos que la adquirieron, el gran duque hizo montar un jardín espectacular donde, entre la lujuriante vegetación, se asombrasen fuentes y estatuas.
¿Puede un artista arrepentirse de haber hecho una obra maestra?
La más conocida e impresionante de las esculturas presentes seguro es el ‘Colosso’ o ‘Gigante dell’Appennino’, símbolo de la homónima cadena montuosa que constituye la columna vertebral de la península italiana. Y su nombre no deja dudas sobre sus dimensiones: la enorme estatua, representante un hombre gigantesco y hercúleo que parece salir de las aguas de un gracioso estanque, es de echo alta bien catorce metros. ¡Y fíjense que el coloso no está de pie, sino agachado!
El autor de esta sorprendente obra, creada entre el 1579 y el 1580, es Jean de Boulogne, un artista flamenco del siglo XVI que trabajó por largo trato en Italia, donde fue conocido como Giambologna y fue tenido como el más grande escultor renacentista después de Miguel Ángel.
Giambologna hizo tal escultura en mampostería, luego recubierta de revoque, piedra, incrustaciones de caliza y hasta liquen, para dar la idea de que el gigante haya recién salido de las aguas del estanque. En el siglo siguiente, fue añadido por Giovan Battista Foggini un dragón que domina la parte posterior de la composición.
El Coloso es tan bello y particular que, si se encontrara en un lugar más conocido y renombrado, constituiría ciertamente una de las mayores atracciones nacionales y no solo. Por esto se ha difundido el dicho: “Giambologna hizo el Appennino, pero se arrepintió de haberlo hecho en Pratolino”.
Los secretos ocultos por el gigante
El hecho de que la monumental composición tenga un alma en mampostería, hizo posible crear en su interior unas grutas y habitaciones embellecidas por frescos y juegos de agua.
Dos de los cuartos están todavía visibles: la gruta hipogea y la ‘grotticina superiore’, donde, en consecuencia de las obras de restauración cumplidas entre el 2011 y el 2014, ha sido recolocada una pequeña estatua en piedra llamada ‘Venerina’.
Pero originalmente los cuartos secretos eran más numerosos y se fabula de una habitación con chimenea. De acuerdo a los testimonios, el humo emitido del hogar salía de las fosas nasales del majestuoso gigante de roca, creando un efecto que tenía que ser verdaderamente fascinante.
En conclusión, aún si el Giambologna se arrepintió de haber construido su descomunal creación en Pratolino, nosotros les invitamos a ir allí para visitar el parque de Villa Demidoff y relajarse a orillas del estanque custodiado por el poderoso Colosso dell’Appennino, al fin de gozar de otra joya italiana.
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