Cerca del Monte Vettore, en la región Marche, casi al confín con la Umbria, hay un pequeño espejo de agua de montaña, el Lago de Pilato, en el cual vive un animal prehistórico que está presente tan solo en aquel remoto ángulo del planeta.
Además, sobre aquel lago hace muchísimos siglos se transmiten leyendas espantosas de demonios y nigromantes, y tales historias están conectadas también al nombre con que se le conoce.
Un minúsculo fósil viviente
El Lago de Pilato se encuentra en el territorio del municipio de Montemonaco, en provincia de Ascoli Piceno. Aquí, en el interior del Parque de los Montes Sibilinos, cerca del Monte Vettore, a la altura de 1941 metros, hay un pequeño lago glacial alimentado por el derretimiento de las nieves invernales.
La particular forma del lago es ‘a gafas’, ya que, cuando el nivel del agua se reduce, el Lago de Pilato se divide en dos embalses cercanos y simétricos, separados por una franja de tierra, que por lo contrario es cubierta cuando la cantidad de agua aumenta.
Este modesto laguito montano sería un lugar naturalista muy lindo y ameno, pero nada más que eso, si no fuese que es el único lugar en todo el mundo en donde vive un animalito muy curioso: el Chirocephalus Marchesonii, así llamado en honor de su descubridor, que lo describió en el 1954.
Estamos hablando de un pequeñísimo crustáceo viejo por lo menos de dos millones de años, un animal prehistórico que es tan antiguo que no tiene el caparazón (que es típico de todos los crustáceos más recientes) y que nada boca arriba. Su cuerpecito alargado mide de 9 a 12 milímetros y es rojo transparente tanto que, en determinados meses del año, hace que el agua del lago adquiera un color rojo sangre.
¿Cómo ha sobrevivido?
Es un verdadero milagro que el chirocephalus haya logrado llegar hasta hoy, aún si en las últimas décadas su supervivencia ha estado en serio peligro en varias ocasiones, cuando, a causa del aumento de las temperaturas, el agua del lago se ha evaporado totalmente.
Afortunadamente, el simpático animalito está dotado de extraordinarias capacidades de adaptación: los huevos, de hecho, pueden bloquear su desarrollo y se convierten en ‘quistes’, que protegen con una membrana rígida al embrión, hasta que no se hayan recreado las condiciones ambientales adecuadas a la eclosión. Las quistes pueden esperar tranquilas por años el momento justo, con tal que ningún turista inconsciente las pisotee.
¿Pero el chirocephalus es un demonio?
Seguro nadie puede entrever en el lindo e inocuo camarón una entidad perversa, pero antes de su descubrimiento el color rojo sangre que causaba al agua del lago ha hecho nacer terribles leyendas.
El nombre Lago de Pilato deviene de la creencia que el gobernador de la Judea Poncio Pilato, que se había lavado las manos dejando que Jesús fuese crucificado, fue castigado por el emperador Tiberio haciéndolo llevar sobre un carro arrastrado por dos toros furiosos, que desde Roma de dirigieron hasta el Monte Vettore y luego cayeron en el lago. Aquí, por lo tanto, yacerían los restos de Pilato. Por eso se cree que, si se lanzan piedras en las aguas del lago, se pueden desencadenar tempestades terribles.
Tal vez en parte por ese creencia, y en parte también por los frecuentes terremotos, y por el continuo cambio del nivel del agua del mismo lago, en la Edad Media se creía que ese fuese habitado por entidades infernales. Y de hecho la franja de tierra que en invierno divide los dos espejos de agua es llamada ‘Isla del Diablo’.
A menudo en las riberas del lago se reunían nigromantes y brujos que evocaban a los demonios para consagrar libros de magia negra. Por eso las autoridades prohibieron acercarse al lugar y algunos que fueron encontrados allí fueron hasta matados. Parece, además, que los habitantes de la cercana Norcia tuviesen el hábito de sacrificar cada año a un delincuente lanzándolo en el lago, al fin de alejar las calamidades.
Quizás no les aconsejamos ir a visitar el Lago de Pilato, entre otras cosas alcanzable solo después de un buen trote, solos y a la medianoche. Pero de día, en buena compañía, y estando bien atentos a no acercarse demasiado a la ribera, para no dañar a las quistes del chirocephalus, sería realmente una experiencia absolutamente única.
