El culto y la devoción al santo patrono son parte del ADN de los napolitanos. Y su amor se ha materializado en el tesoro más precioso y esquisito del mundo: el Tesoro de San Genaro.
Pero no es solo el de mayor valor, es también el único que no pertenece ni a un estado, ni a una casa real, ni al Vaticano o a alguna otra iglesia. Sí, por qué es ‘laical’, es decir pertenece al pueblo de Nápoles. Probablemente por tal razón es el único tesoro que nunca ha soportado expoliaciones y que nunca ha servido para pagar deudas o para financiar guerras u otras actividades.
El voto de una entera ciudad
Es custodiado en la espléndida Reale Cappella del Tesoro di San Gennaro, localizada en el interior de la catedral de Nápoles. Cuando, en el 1527, la ciudad era azotada por la guerra entre Anjous y españoles, por el Vesuvio que provocaba continuas erupciones y temblores, y por la peste que causaba millares de víctimas, el pueblo desesperado decidió encomendarse a su proprio patrono.
Delante de las reliquias de San Genaro y a tres notarios, lo miembros de una Diputación específicamente creada firmaron un pacto: si el santo hubiese liberado la ciudad de la peste, Nápoles habría construido una nueva capilla para acoger su tesoro que no habría tenido iguales. Y así fue.
¿Cómo ha nacido el tesoro?
El tesoro, de toda manera, en parte ya existía. El primerísimo núcleo se debe a los reyes Anjous. Carlo II Anjou en el 1305 hizo realizar un busto en oro y plata para custodiar también los huesos del cráneo del obispo martirizado, según la tradición, exactamente mil años antes. La casulla que reviste el busto es cuajada de piedras preciosas.
Luego Roberto de Anjou, en el 1324, hizo construir un precioso relicario de plata para custodiar las dos ampollas que contienen la sangre del santo, objeto del celebérrimo milagro de San Genaro. Además hizo preparar un magnífico tabernáculo que contuviese el relicario y el busto.
En los 700 años siguientes, el tesoro se ha acrecentado de forma exponencial: reyes y nobles, pero también simples fieles, han hecho dones, a veces de valor inestimables.
En total las piezas son cerca de 21600, incluidos muebles, pinturas, estatuas y, sobre todo, obras de finísima orfebrería.
¿Pero cuánto vale este tesoro?
Este es ciertamente el tesoro más precioso del mundo, tanto que hace desaparecer lo de los zares de Rusia o él de la corona inglesa. Nadie sabe verdaderamente cuánto valga, solo se pueden calcular los seguros.
La esmeralda que se encuentra en la base añadida en época barroca al relicario de las ampollas es una de las más grandes del planeta. Y luego hay las piezas más preciosas, cuyo valor es agrandado por su historia.
La mitra de oro y oro plateado, del peso de 18 kilos, ornada con 3328 diamantes, que representan la fe, 168 rubíes, que simbolizan la sangre del santo, 198 enormes esmeraldas, símbolo del conocimiento, y dos granados, valdría pos sí misma como mínimo 7 millones de euros. Fue donada en el 1713 por los napolitanos preocupados por una amenaza de erupción del Vesuvio.
Para no hablar del collar que adornaba el busto: en el 1679, las 13 mallas de oro macizo engalanadas de gemas parecieron poco a la Delegación, que la hizo enriquecer en los 250 años siguientes con otras piezas. Hay también los dos pendientes de una plueberina, pero destacan las cruces donadas por grandes personajes, entre los cuales Giuseppe Bonaparte, que ofreció una con esmeraldas por 26 quilates, de un valor bien superior a los 20 millones de euros, y la pieza más preciosa en absoluto, la cruz ofrecida por Carlos de Borbón en el 1734, con brillantes y rubíes.
Entonces, si quieren ver la colección de objetos preciosos y trabajos de orfebrería más rica y preciada del mundo, vayan a visitar la estupenda ciudad de Nápoles y concedanse el gusto de admirar su (es realmente el caso de decirlo) pasmoso Tesoro de San Genaro.
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