Roma es una ciudad que forma parte del imaginario colectivo: una infinidad de turistas la han visitado, y aún para quien no ha tenido la posibilidad de pasear por sus calles, hay otras maneras de conocerla, por ejemplo por medio de canciones, películas, documentales, libros de arqueología, de arte o de historia, o también novelas o comics donde la capital italiana constituye la ambientación escenográfica perfecta. Y muchísimos conocen por lo menos uno de los apodos de Roma.
¿Pero estamos seguros de saber cuál sea el origen de todos aquellos nombres con lo que hay el hábito de referirse a tal ciudad única y extraordinaria? ¿Por qué Roma es llamada caput mundi, el Urbe o la Ciudad eterna? ¡Vamos a descubrirlo juntos!
Una historia grandiosa empezada mucho tiempo atrás
La fundación mítica de Roma es atribuida a Rómulo, el 21 de abril del 753 antes de la era cristiana. En aquel período era tan solo un pequeño pueblo y lo sería por un largos años. Pero, con el tiempo, el asentamiento empezó a crecer, aún gracias a la cultura de los etruscos, que con sus conocimientos excepcionales permitieron crear estructuras de ingeniería civil increíblemente avanzadas.
Si se piensa que aún hoy en muchas ciudades de Italia y de Europa están todavía en función los acueductos romanos, se entiende que una buena parte de la grandeza di Roma non fue mérito de caudillos ni de artistas, sino de los creadores de obras civiles sin las cuales no habría habido nada del fasto romano.
Uno de los dichos aún más usado en Italia reza: «todos los caminos conducen a Roma». ¿Y saben por qué? Porque efectivamente todas las principales vías de comunicación del enorme imperio, que por siglos dominó el mundo entonces conocido en Occidente, habían sido proyectadas para permitir a quienes las recorrieran de llegar fácilmente a la capital. Bastaba con caminar.
Y de echo una de las formas con las cuales Roma es todavía conocida es ‘caput mundi’, que en latín significa ‘cabeza del mundo’. Roma era la cabeza de un gigantesco cuerpo constituido por todos los territorios conquistados. Aún hoy para los italianos, y en particular para los romanos, es totalmente normal usar esa expresión, de la cual además deviene la palabra ‘capital’ para indicar la ciudad más importante de un estado.
La ciudad por excelencia
Otro apodo de Roma también deviene del latín y es ‘el Urbe’. Urbs significaba ‘ciudad’, cualquier ciudad. Pero los antiguos romanos tenían el hábito de definir urbs la ciudad principal, tanto que su forma de contar los años es bien diferente de la nuestra. Claramente los romanos no tenían cuenta del nacimiento de Jesús (que todavía estaba bien lejos de ser relevante) y tenían nota del pasar de los años ‘ab Urbe condita’, es decir desde la fundación de la Ciudad, la misma Roma.
De esta manera de dirigirse a Roma deviene también una expresión típica de la iglesia católica, de la cual Roma es la sede principal a nivel mundial. El Papa es antes que todo el obispo de Roma. Por esto existe una expresión para indicar una bendición que él realiza llamada ‘urbi et orbi’, o sea a la ciudad y al mundo. Antes Roma, luego el resto del planeta.
Una ciudad por la eternidad
Por fin y sobre todo, Roma se precia también del título de ‘Ciudad eterna’, pero no por causa de la religión, como alguien podría pensar. La expresión, de hecho, tiene orígenes mucho más antiguos del Cristianismo. Parece que el primero en haberla utilizado haya sido un famoso poeta latín del I siglo a.C., Albio Tibulo, que, por referirse a un tiempo antiquísimo, escribió un verso que, traducido del latín, suena como ‘Rómulo todavía no había levantado los muros de la eterna ciudad’.
Seguramente los mismos antiguos romanos tenían la percepción que Roma fuese particular, que habría durado por mucho tiempo, quizás por siempre. Cierto, no podían imaginar lo que habría pasado con la venida del Cristianismo, ni con el Renacimiento y el triunfo del arte. Sin embargo, ya hace más que dos mil años el Urbe era tan grandiosa y magnífica que era considerada absolutamente única, inimitable e inolvidable.
Y hay que admitir que ninguno de los apodos de Roma, aunque sean de origen muy antiguo, puede ser considerado fuera de lugar o inadecuado. La Ciudad eterna sigue siendo especial.
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